Si a veces sientes que no eres lo suficiente, que no eres digno, que en el fondo no eres merecedor de respeto, de amor o de bienestar entonces debes saber que no estás solo. Es algo que muy probablemente a todos nos ha llegado a pasar o nos pasará. Sí, es parte del paquete de ser humanos, ese sentimiento de insuficiencia, de no merecer, es uno de los sufrimientos más profundos que vivimos y de los que más ocultamos.
Muchas veces vivimos este sentimiento de forma ansiosa, buscando agradar, ser aprobados o admirados (usando logros o apariencia física), en otros casos nos esforzamos por sobrecompensar esa sensación y nos envolvemos en un disfraz de arrogancia y grandiosidad, pero el miedo de no ser suficiente, de estar “inherentemente mal”, de ser defectuoso ahí está.
Cuando nos movemos desde la insuficiencia nos exigimos “ser más” “ser mejores”, pero eso solo exacerba y nos mantiene constantemente en el miedo, miedo de no pertenecer, de no poder conectar; nos sentimos alejados de los demás, hay una vergüenza en el fondo que nos dice: “si se enteran de cómo soy en verdad me van a rechazar”.Desde ese lugar de insuficiencia, no puedo confiar en mí ni en los otros y difícilmente puedo vivir acorde a mis valores.
¿Por qué se da este sentimiento de no ser suficiente?
Considero que son dos las razones principales. La primera, estamos condicionados como especie para sentirnos incompletos, al momento de crear un YO o un EGO, ya nos separamos de los demás, de la naturaleza, y ahí ya nos hace falta algo. De forma lógica si me hace falta algo, entonces estoy incompleto, algo está mal en mí. Tener un YO me hace incompleto y estaré buscando subsanar esta carencia.
Cuando el ser humano crea un YO, se experimenta como algo separado de todo lo demás. Pero eso es solo una ilusión, un truco de la mente, crear un yo, una “cosa” que existe detrás de nuestros ojos, desde donde vemos el mundo. Esta ilusión no la podemos eliminar porque sirve para que podamos navegar por el mundo, para que podamos tener un nombre, recordar una historia, una narrativa y generar una identidad.
Lo que si podemos hacer es reconocer que el YO es una ilusión, un truco de la mente. Si somos conscientes de eso podremos ver más allá de la historia que hemos creado acerca de nosotros. Einstein le llamaba a este truco “la ilusión óptica de la conciencia” e insistía en que debíamos liberarnos de esta prisión al ampliar nuestro entendimiento, al comprender que somos parte de una unidad, que compartimos los mismos bloques de construcción que hay en las estrellas, los planetas y todas las creaturas vivientes, por lo que la supuesta separación no es verdadera. Einstein proponía la compasión por todo lo que está vivo como la solución a este problema en una de sus famosas cartas.
La segunda razón, porque nuestra cultura y nuestras familias muchas veces no ayudan a salvar esa cuestión. La cultura no promueve el contentamiento con lo que somos, en la publicidad no vamos a encontrar el mensaje que diga: “tú estás bien, eres suficiente, así como eres, este momento te basta, es suficiente”, por el contrario, nos van a vender la idea de que nos hace falta algo, un reloj, un bolso, un automóvil, unas vacaciones en un crucero, una casa, un título, todo eso para salvar ese sentimiento de separación, de insuficiencia. Además de que en las familias puede darse el pernicioso hábito de comparar a las personas y aumentar este sufrimiento.
¿La cura a este problema?
Lo primero que podemos hacer es entender que es parte de la naturaleza humana, no se va a quitar como cuando una enfermedad desaparece. No se trata de aplacar ese sentimiento con compras, logros, ni de correr a buscar el sentimiento de estar completos. Se trata de quitar las barreras que no nos deja percibir la verdad, el hecho de ya estamos completos y no hay separación.
Estas barreras pueden ser sorteadas cuando nos abrimos, nos mostramos vulnerables, tal como somos. Cuando conectamos con los demás, con la naturaleza desde el lugar donde estamos parados, sin máscaras, sin adornos.
Si podemos aceptarnos tal y como somos, ya podemos comenzar a salvar esa supuesta separación. No se trata de aceptarnos en lo que hacemos de forma equivocada, por ejemplo: cuando somos groseros o le gritamos a alguien. Se trata de aceptarnos en esa parte que está más allá de nuestros pensamientos, acciones, sentimientos, ideas, narrativas e historias. Para poder hacer eso hay que darnos cuenta de que somos más que eso. Aceptar la experiencia consciente, que incluye la narrativa personal pero que es más que eso.
Para poder vivir esa vida hay que hacer una pausa, detenerse, prestar atención a la experiencia consciente, reconocerla, permitirla, vivirla, sin identificar los contenidos de la experiencia con el continente o contenedor (el ser humano). Solo ahí hay verdad, conexión y confianza.
Recuerda que eres parte del todo, eres suficiente, eres digno y mereces tener una vida valiosa.
“Cuando adviertan la diferencia entre continente y contenido, estarán en posesión del conocimiento” Idres Shah