Pensar en negativo puede ayudarte, ¡hazlo bien!

Es muy frecuente escuchar en sesión que las personas se quejan de que constantemente están adelantándose al futuro, imaginándose catástrofes, visualizando tragedias, previendo toda clase de dificultades y problemas y cuando me platican al respecto pareciera como si buscaran la confirmación del terapeuta respecto a lo anormal y patológico de sus conductas.

Mi respuesta más frecuente es: “es normal y todos lo hacemos”. Tal parece que como especie venimos dotados de esta capacidad, de no sólo recordar los problemas que hemos tenido en el pasado, sino de proyectarlos hacia el futuro con la intención muy saludable y funcional de prevenir problemas y dificultades. Muy probablemente gracias a nuestra capacidad previsora, a nuestra mente preocupona y ansiosa es que como especie logramos sobrevivir.

Pero, ¿acaso no es un problema el estar adelantándose al futuro siempre imaginando lo peor?

En realidad, depende. Depende de cómo lo hagamos, ya que hay personas que sacan algo bueno de adelantarse al futuro, mientras que otras sólo obtienen rumiación, ansiedad, preocupación, insomnio, miedo y toda una serie de consecuencias poco favorables en la salud.

Hay más cosas que nos asustan que cosas que nos hieran verdaderamente, y sufrimos más en la imaginación que en la realidad. Séneca.

Sé que puede parecerte una mala idea el tener pensamientos negativos a propósito, pero date cuenta que es natural y completamente normal tener pensamientos negativos, no podemos evitarlos. Me parece que las sociedades actuales llenas de coaches y pseudopsicólogos le han dado muy mala fama a los pensamientos negativos, favoreciendo y enalteciendo exclusivamente los pensamientos positivos.

Date cuenta que si sólo tuviéramos pensamientos positivos no nos preocuparíamos por contratar un seguro, visitar al médico, analizar las posibles inversiones financieras, ahorrar para el futuro o incluso cuidar de otros, porque nuestra visión del mundo no contemplaría dificultades, sólo vería bonanza, alegría y despreocupación.

Realmente necesitamos de los pensamientos negativos. Imagínate teniendo pensamientos positivos después de haber perdido a un ser querido, no suena muy lógico ¿verdad? Imagínate teniendo pensamientos positivos cuando un conocido te invita a participar en un esquema dudoso de inversiones o visualizando lo mejor cuando el tratamiento que has elegido para tratar el cáncer se trata de unos cuarzos.

Pensar en negativo y adelantarse a los males puede ser inútil cuando no avanzamos ni llegamos a nada, no entendemos mejor el problema y sólo obtenemos malestar emocional.

Por el contrario, si queremos usar a nuestro favor la tendencia natural de pensar en negativo, tendremos que organizar nuestros pensamientos de forma que nos ayuden a aclarar la mente respecto a decisiones difíciles, a lo que haríamos si se llegara a presentar el caso, nos dará algo de certeza de que podremos afrontar las dificultades en caso de que así sucedieran. En pocas palabras, nos adelantamos para prepararnos psicológicamente para afrontar las adversidades.

Pensar en negativo o la visualización negativa no es un algo nuevo, de hecho, tiene más de 20 siglos ya que desde la antigüedad lo practicaban los seguidores de la escuela del estoicismo, ellos le llamaban: “premeditatio malorum”, que significa adelantarse a los males, con esta práctica se buscaba adelantarse para estar preparados, para saber responder manteniendo la ecuanimidad y el valor.

Los estoicos influyeron a su vez a muchas escuelas filosóficas y a la ciencia e incluso a la cultura popular, ya que hay gente que usa equivocadamente la palabra estoico como un adjetivo para referirse a alguien frio, gobernado y distante.

La terapia cognitivo conductual también le debe mucho a los estoicos, ya que los ejercicios de “decatastrofizar” son una clara herencia de la visualización negativa.

“Entrénate para dejar ir todo aquello que temes perder” Yoda

Si deseas hacerlo de una manera más funcional, mucho más efectiva te sugiero que hagas el siguiente ejercicio por escrito para responder:

  1. ¿Cuál es la decisión qué te da miedo tomar o la situación que te está preocupando?
  2. ¿Cuál sería el peor escenario posible?
  3. ¿Acaso hay maneras de disminuir la posibilidad de que esto llegue a ocurrir?
  4. En caso de que llegara a ocurrir ¿qué cosas puedo hacer para aminorar el impacto y el sufrimiento? ¿Cuáles son mis fortalezas, estrategias, herramientas y capacidades para enfrentarlo?
  5. ¿Cuál es el costo de no hacer nada, paralizarme, simplemente quedarme igual?

Nuestra mente siempre está trabajando, buscando soluciones y respuestas, ¿qué mejor que entrenarla para que trabaje para nosotros? Usar la mente en lugar de que nos use a nosotros.

Te invito a que hagas este ejercicio con disciplina y suficiente práctica y verás los resultados. Si necesitas ayuda extra consulta con un profesional de la salud mental.

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