Aceptación para la regulación emocional

La aceptación está de moda. Ha surgido un interés muy grande en este concepto en las últimas décadas en la investigación en psicología. Aunque se trate de una idea que tiene siglos, se ha comenzado a estudiar de forma más precisa de qué se habla cuando se utiliza este término.

Definir la aceptación puede ser algo complicado, muy similar a lo que sucede cuando queremos describir el concepto del amor.

La aceptación es una habilidad, la habilidad para vivir de lleno el momento, tal y como se presenta y no como nos gustaría que fuera. Es la posibilidad de estar en contacto con nuestra experiencia tal y como es, sin querer cambiarla, sin querer que sea diferente. Suena como si fuera algo muy sencillo, pero no lo es; como dicen algunas personas es simple, pero no es fácil.

No es tan fácil porque estamos acostumbrados a estar haciendo juicios y evaluación de todo lo que ocurre, es una característica de nuestra forma de pensar tan acostumbrada a enfocarse en reconocer problemas y resolverlos. La tendencia a juzgar, evaluar, comentar y criticar hace que nuestra tendencia natural sea a rechazar lo que estamos viviendo si no nos parece agradable o deseable. Digamos que ese condicionamiento natural hace que la aceptación no sea nuestra primera manera de responder.

Derivado de la evaluación surge la tendencia a luchar, resistir, analizar, negar, ocultar y toda una serie de reacciones que hacen que nuestras experiencias o las situaciones nos duelan todavía más. Recuerda la famosa fórmula del budismo:

Sufrimiento = dolor X resistencia.

Otra situación que hace complicado que podamos aceptar es nuestra tendencia a crear dualidad. Es decir, hay una cosa, una situación, lo que está pasando, y yo creo otra “realidad” mentalmente por medio de imágenes y de palabras. La otra “realidad” que me gustaría que estuviera ocurriendo, es decir, creo dos, cuando solo hay una. Al crear dos, tengo lo que es y lo que me gustaría que fuera y comienzo a comparar y a sufrir porque las cosas no son como me gustaría que fueran.

La aceptación es una respuesta que puede ser aprendida, para ello debe ser entrenada.

Debo aclarar que la aceptación es una respuesta de una mente sabia y clara ante eventos que no pueden ser cambiados ni controlados. Por ejemplo, el sentir tristeza ante una pérdida, el surgimiento de pensamientos incómodos o de algunos malestares de tipo emocional.

Aceptación no se trata de ser pasivos ante las demandas del medio, como conseguir un trabajo o pagar las cuentas, ni se trata de indolencia ante las injusticias sociales. Sobre todo, es algo que aplica ante nuestra vivencia interna y ante las cosas que no podemos controlar.

Aceptar no es tolerar con los puños y dientes apretados, ni resignarse a sufrir de forma poco compasiva ante situaciones que nos lastiman.

Cuando hablamos de emociones, especialmente las que son dolorosas o incómodas, tenemos que entender que se trata de una parte de ser humano, se trata de experiencia o fenómenos normales que ocurren, que se auto-limitan y auto-liberan. Pero al estar tan condicionados a luchar, negar, resistir o buscar eliminar o cambiar nuestras experiencias, siguiendo esa educación solo estamos asegurando que vamos a aumentar nuestro sufrimiento.

Una alternativa a este condicionamiento es la de la aceptación, en mi experiencia personal y profesional es una de las mejores estrategias de regulación emocional, es una forma de expresar sabiduría ante las situaciones que la vida definitivamente nos va a lanzar.

Para que puedas entrenar y aumentar tu capacidad de aceptar, te propongo estos cuatro pasos cuando estés enfrentando malestar emocional:

  1. “Así es en este momento”. Repite mentalmente para poder salirnos de la dualidad, para dejar de imaginar cómo deberían de ser las cosas y hacer contacto con las cosas como son.
  2. “No juzgues”. Este recordatorio nos ayudará a dejar de lado los juicios, las críticas, comentarios y evaluaciones que hacen que surja la lucha y la resistencia ante lo que está ocurriendo.
  3. “Permite”. Esta frase nos va a ayudar a hacer un espacio en nuestro cuerpo para que las sensaciones de malestar puedan estar. Nos ayuda a estar dispuestos a sentir, a experimentar lo que sea que estemos experimentando, sin importar lo difícil o doloroso que sean. Además, nos permite ser el observador de la experiencia, nos ayuda a sentirnos más amplios, como si fuéramos el escenario en donde los actores (emociones) se presentan y luego se van.
  4. “Sé amable”. Esta frase nos prepara para poder responder y actuar con amabilidad, con compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Ya que hemos reconocido y permitido la emoción como un fenómeno normal y pasajero, nos abre a la posibilidad de actuar de manera más sabia y compasiva además de poder reconocer si lo que hacemos se alinea con nuestros valores más importantes.

Esta estrategia me ha ayudado a sortear los momentos más difíciles que he tenido que vivir. De repente me encuentro repitiéndome las frases, una y otra vez y es algo increíblemente efectivo, afortunadamente. Espero que también pueda ayudarte a ti y si deseas saber más acerca de cómo desarrollarla comunícate conmigo o busca a un buen profesional de la salud mental. 

Si quieres sufrir menos la clave es la flexibilidad, lee aquí.

2 comentarios en “Aceptación para la regulación emocional”

  1. Steph Ríos

    Gracias Mtro. Victor! Con ello refuerzo lo que aprendí en mi proceso terapéutico, siempre tan acertado en su conocimiento.

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